Algunas mujeres que padecen vaginismo pueden tener un deseo sexual normal, lubricación vaginal, gozar los juegos sexuales; también por vía de la estimulación del clítoris puede alcanzar el orgasmo, siempre que no se produzca el coito ni se introduzca del pene en la vagina.
Muchas llegan a desarrollar una verdadera aversión a la relación sexual, por el miedo que les provoca la posible penetración, incluso llegan a transferir este miedo a otras situaciones, que nada tienen que ver con lo sexual: tampones vaginales, los propios dedos, el examen ginecológico, etc.
- Cuando existe alguna cicatriz en la entrada de la vagina, como consecuencia de un parto traumático, un aborto, una violación, etc.
- Puede ser por una infección producto de una infección de transmisión sexual, donde la vagina se inflama y el contacto sexual resulte imposible.
- Alergia al látex por un condón o un diafragma.
- Con el uso de desodorantes íntimos irritantes o con el uso de tampones.
- Insuficiencia hormonal originada por falta de estrógenos, como ocurre en la menopausia.
- Una manipulación brusca del clítoris durante los juegos preliminares.
- Una masturbación brusca con un vibrador.
- Existencia de algún tumor, el más común es producto de una infección de la glándula de Bartholino.
- En casos muy raros donde existe alguna anomalía congénita de la vagina, que impide la penetración.
- Puede ser como consecuencia de la educación recibida o por una experiencia traumática, como intento de violación.
- El sentimiento de culpabilidad en aquellas que fueron educadas por tabúes religiosos.
- Frustración por el fracaso de las primeras experiencias sexuales.
- La ignorancia de la anatomía, tanto propia como del compañero.
- El miedo inconsciente al dolor o a un posible embarazo.
- La creencia de ciertos mitos de la virginidad, como el de la ruptura del himen y la sangre, sin saber que en las primeras relaciones no tiene por qué haber ni sangre ni dolor.
Aunque existen diversos tratamientos, aquí sólo expondremos los más habituales:
Método de la hipno-desensibilización:
Una vez recibida esta información, es conveniente que la mujer observe sus propios genitales, con la ayuda de un espejo e incluso que se decida a explorarlos. Juegue con el pene de su compañero, pues es la mejor manera de que la mujer tome conciencia de que los genitales de ambos se adaptaran perfectamente.
Toda mujer debería saber que cuando se halla excitada y por consiguiente, su vagina debe estar bien lubricada. Con el uso de dilatadores especiales, la mujer se introduce los de menor tamaño y a medida que va creciendo la confianza que la penetración no es dolorosa, utiliza dilatadores de mayor tamaño.
Como esos dilatadores no son fáciles de conseguir, se puede lograr éxito recomendándole a la pareja que busque juguetes sexuales, de diversos diámetros, y los utilice de la misma manera que los dilatadores especiales. La dilatación gradual debe realizarse al menos 3 veces a la semana, en el hogar o supervisada por el médico. La paciente debe realizar un procedimiento similar con sus dedos 2 veces al día.
Una vez finalizado el tratamiento, cuando la mujer se siente con ganas de intentar el coito, la posición más recomendable es la de Andrómaca (el hombre se tumba boca arriba y la mujer se sienta encima de él, con las rodillas dobladas), o la de la Monta (él se mantiene siempre en la posición de espaldas, mientras que la mujer se arrodilla encima de él). Estas posiciónes que le permitirá controlar el grado de penetración. Aunque lógicamente si ella está más cómoda en cualquier otra posición, no tiene ninguna importancia, siempre y cuando sea la mujer la que lleve la iniciativa.